La Llorona in Guatemala Final Blog Post 2/3

La LLorona in Guatemala

Guatemala, the home of urban legends. Where children are afraid to walk home at night, not because they fear they will get mugged, but because they know who is out there looking for them.

On a regular Saturday night, Jaime Pacheco was walking home from his friend’s house after a small get together. This was usual for Jaime. Every weekend he would go out with his buddies and stay out late gossiping and making jokes about the neighborhood. Jaime was always the butt of the joke because he didn’t drink or smoke like his friends. He had grown up in a very religious family that attended Sunday morning mass at 5:30 and went to rosary prayers every Monday and Wednesday night.

His friends never peer pressured him into drinking for they knew how strict Mrs. and Mr. Pacheco were and didn’t want Jaime to get into any trouble. They liked hanging out with Jaime because he always volunteered to walk everyone home when he saw that his friends were too drunk to walk alone. Also, Jaime had quite a mouth on him. If anyone tried to cause any trouble, Jaime would step in and protect his friends, but the fights would never escalate into anything physical. He was a true friend.

After walking all of his friends home that night, Jaime started his journey back home. The last friend he dropped off thanked him and with a drunken slur looked at Jaime and said “God be with you my friend, may La LLorna leave you alone tonight.”  Jaime walked by the same 10 blocks, the same old road and the same old houses on his way home. “I don’t give a damn.” Jaime said to himself as he walked alone. “I’m only afraid of my mother and God.”

As he approached his block Jaime started looking for the gate keys. The gate was tall and strong, so no one could ever break in, and it was almost nearly impossible to jump over the gate. Jaime knew this for sure because on many attempts he tried jumping over the gate and would always fail. As he opened the gate, he quietly closed it so he wouldn’t wake the neighbors and his family. He tiptoed down the path to his house, when suddenly he heard the water running in the bathrooms. His neighbors and his family shared a bathroom that was located outside their houses, and had an outside sink, where Jaime’s mom would wash the clothes by hand.

Jaime looked over by the sinks and noticed someone taking a shower by the sink. Puzzled, Jaime slowly approached the place and quickly realized it was his neighbor in a white dress, Ms. Estela quietly crying. “Sorry Ms. Estela, have a good night.” Jaime whispered. The person continued cry and wash their long beautiful dark hair and didn’t bother to look at Jaime. Again, he tried apologizing for being curious “Ms. Estela, good night.” The person dropped the bowl she was using to scoop up water and slowly started to turn to face Jaime. Terrified, he ran to his house and shut the door. It can’t be, he thought to himself.

The next morning, on his way to the bakery to buy fresh bread for his family, he noticed Ms. Estela sweeping the patio. “Good morning Ms. Estela!” Jaime shouted. “Good morning Jaimito, how nice of you to get breakfast for your family.” Ms. Estela told Jaime. “I’m sorry about last night, I didn’t know anyone would be up so late.” Jaime told Ms. Estela. Ms. Estela was confused about Jaime’s apology and asked him what he was talking about. “Ms. Estela…I walked in last night while you were showering, I tried to apologize to you.” Ms. Estela’s turned pale and started to pray. “No son, I was asleep. That was La Llorna. She visits homes to shower before she looks for her children. I heard her crying last night so I went to my comadre’s home to sleep.”

Unfortunately this wouldn’t be the only time Jaime would run into La Llorona. He continued to walk home alone after all the parties he would go to with his friends. Eventually, he bought a bike so he could get home faster. After a long night with his friends Jaime started to make his way back home. He jumped on his bike and started riding down the streets.

In Guatemala, there aren’t many street lights, so Jaime was riding down a few blacks in the pitch dark. He felt a cold shiver down his spine so he pulled over his hood and zipped up his jacket. As he was pedaling he felt as if someone were walking right behind him. Jaime didn’t want to look back, so he just kept pedaling faster and faster. Jaime was running out of breath as he pedaled faster. He refused to look back, but no matter how fast he was going, he still felt as if someone were following him and breathing on his back.

Jaime finally got to his house and he started banging on the gates. “Someone please let me in!” Jaime shouted. His sister finally came out and was furious at Jaime for banging on the gate late at night. “Where are your keys? I should make you sleep outside.” his sister said. Jaime started crying and banged on the gate some more until finally his sister opened the gate.

“Jaime!” his sister shouted. She pulled him in and slammed the gate, leaving his bike outside. La Llorona was following Jaime from his friend’s house all the way home. She was sitting on the back of his bike as he was riding home. When his sister opened the gate to let him in, La Llorona was standing behind him waiting to grab him.

La LLorona en Guatemala

Guatemala, el hogar de leyendas urbanas. En donde los niños tienen miedo de caminar a casa por la noche, no porque temen que sean asaltados sino porque saben quien está ahí fuera en busca de ellos.

En Sábado por la noche, Jaime Pacheco estaba caminando a casa desde la casa de su amigo después de una pequeña reunión. Esto era habitual para Jaime. Cada fin de semana salía con sus amigos y se quedaba hasta tarde chismeando y haciendo bromas sobre la vecindad. Jaime siempre era el protagonista de las broma porque él no bebía ni fumaba al igual que sus amigos. Había crecido en una familia muy religiosa que asistía la misa todos los domingos en la mañana a las 5:30 y a las oraciones del rosario cada noche Lunes y Miércoles.

Sus amigos nunca le ofrecían bebidas a Jaime, porque sabían lo estricto que la señora y el señor Pacheco eran y no querían que Jaime tuviera ningún problema. Les gustaban salir con Jaime porque siempre él se ofreció a caminar a todos a casa cuando sus amigos estaban demasiado borrachos para caminar solo. Además, Jaime tenía bastante con la boca en él. Si alguien trataba de causar problemas, Jaime intervenía y protegía a sus amigos, pero las peleas nunca degenerar en algo físico. Él era un amigo de verdad.

Después de caminar a todos sus amigos a casa esa noche, Jaime comenzó su viaje de regreso a casa. El último amigo que llevo a su casa le dio las gracias y con un una voz borracha miró a Jaime y le dijo: “Que Dios te acompañe mi amigo, y que La LLorna te deja en paz esta noche.” Jaime caminó por los mismos 10 bloques, el mismo viejo camino y el mismo casas antiguas en su camino a casa. “Me vale madre” Jaime dijo a sí mismo mientras caminaba solo. “Sólo tengo miedo de mi madre y de Dios.”

Cuando se acerco a su bloque Jaime comenzó a buscar las llaves del portón. El portón era alto y fuerte, por lo que nadie podía entrar, y era casi imposible de saltar por encima del portón. Jaime sabía a ciencia cierta, porque en muchos intentos intentó saltar por encima del portón y que siempre fallaba. Al abrir la puerta, él la cerró en silencio para no despertar a los vecinos y su familia. Salió de puntillas por el camino a su casa cuando de repente oyó correr el agua en los baños. Sus vecinos y su familia compartían un cuarto de baño que se encuentra fuera de sus casas, y tenía un lavabo afuera, donde la madre de Jaime lavaba la ropa a mano.

Jaime miró por los sumideros y se dio cuenta que alguien se estaba bañando por el lavabo. Desconcertado, Jaime se acercó poco a poco al lugar y rápidamente se dio cuenta de que era su vecino en un vestido blanco, la Sra. Estela en silencio llorando. “Lo siento Sra. Estela, tenga una buena noche.” Susurró Jaime. La persona continuó a lavar su largo y hermoso cabello oscuro y no se molestó en mirar a Jaime. Una vez más, trató de disculparse por la curiosidad “Sra. Estela, buenas noches. “La persona boto la taza que estaba usando para recoger el agua y poco a poco comenzó a girar para mirar a Jaime. Aterrorizado, corrió a su casa y cerró la puerta. No puede ser, pensó a sí mismo.

A la mañana siguiente, de camino a la panadería para comprar pan recién hecho a su familia, se encontró con la Sra. Estela barriendo el patio. “Buenos días Sra. Estela!” Jaime gritó. “Buenos días Jaimito, que bonito de ti para conseguir el desayuno para su familia.” Sra. Estela le dijo Jaime. “Siento lo de anoche, no sabia que alguien estaría despierto tan tarde.” Jaime le dijo la Sra. Estela. La Sra. Estela estaba confundida acerca de las disculpas de Jaime y le preguntó de qué estaba hablando. “Sr. Estela … entré anoche mientras se estaba bañando, traté de disculparme con usted.” Sr. Estela se puso pálida y comenzó a orar. “No hijo, yo estaba dormida. Eso fue La Llorna. Ella visita a los hogares para bañarse antes de que ella va a buscar a sus hijos. La oí llorar anoche, así que fui a casa de mi comadre a dormir.”

Desafortunada, esta no sería la única vez que Jaime se encontraría con La Llorona. Siguió caminando solo a casa después de que todas las fiesta que iba con sus amigos. Con el tiempo, se compró una bicicleta para que pudiera llegar a casa más rápido. Después de una larga noche con sus amigos, Jaime comenzó a hacer su camino de regreso a casa. Saltó en su bicicleta y empezó a andar por las calles.

En Guatemala, no hay muchas luces de la calle, y Jaime andaba en la oscuridad total. Sintió un escalofrío por la espalda y se puso su gorra y su chaqueta. Mientras pedaleaba se sentía como si alguien estuviera caminando justo detrás de él. Jaime no quiso mirar hacia atrás y siguió pedaleando más rápido y más rápido. Jaime se estaba quedando sin aliento mientras pedaleaba más rápido. Se negó a mirar hacia atrás, pero no importaba lo rápido que iba, él todavía se sentía como si alguien lo estuviera siguiendo y respirando en su espalda.

Jaime finalmente llegó a su casa y comenzó a golpear el portón. “Alguien por favor déjame entrar!” Jaime gritó. Su hermana, finalmente salió y estaba furioso con Jaime por los golpes en la portón de entrada la noche. “¿Dónde están las llaves? Debería de hacerte dormir a fuera.” Dijo su hermana. Jaime empezó a llorar y golpeó el portón un poco más, hasta que finalmente su hermana abrió la puerta.

“Jaime” su hermana gritó. Ella lo agarro y cerró el portón, dejando a su bicicleta afuera. La Llorona estaba siguiendo a Jaime desde la casa de su amigo hasta su casa. Ella estaba sentada en la parte trasera de su bicicleta cuando viajaba a casa. Cuando su hermana abrió la puerta para dejarlo entrar, La Llorona estaba de pie detrás de él esperando para agarrarlo.

Comments are closed.